Les presento el Prólogo de "DESDE LA OSTERIA DE MIGAI", para que sepan de qué se trata esta obra:
PRÓLOGO
Muchas veces, en las
familias, hay historias que no se cuentan y datos que se pierden. Hasta hechos
que se ocultan.
He tenido la suerte de haber
recibido el manuscrito del Diario Personal de Nicolás Mugherli, uno de mis
bisabuelos italianos, que arribó con sus padres y hermanos a este naciente país
del siglo XIX. Llegaron con la
esperanza de forjar un porvenir para ellos y sus descendientes, dejando una
vida en aquella Italia en formación que se volvía cada día más dura e incierta,
con una guerra inminente.
Proyectaron las
promesas aparecidas por intermedio de particulares y agentes gubernamentales
argentinos, enviados al viejo continente, los que mostraban una América en la
abundancia, donde todos serían recibidos como hermanos.
En la Piazza
del Duomo, de la ciudad de Cividale, los domingos se entonaba “E
VIVA L´AMÉRICA”, y por 5 céntimos se obtenía “el papelito” con las
alabanzas de esta nación.
Con orgullo de bisnieta
argentina de quien realmente contribuyó a desarrollar mi Patria, he procurado
transcribir sus vivencias personales, sin modificación de los modismos, ni
estilo, respetando usos del dialecto friulano y del idioma esloveno, y la falta
de conocimiento de la escritura española del autor. Solo he llevado al uso correcto
la conjugación verbal y alguna conformación gramatical, para una lectura clara
y comprensible. Pero a medida que se avanza en la historia se aprecia la
evolución del escritor en el uso del lenguaje, dada por la necesidad de una
buena comunicación en su nuevo terruño.
En un documento ameno,
fresco, casi divertido, encontré historias de su niñez, envidias, traiciones,
desengaños, frustraciones, costumbres y esperanzas. También anhelos, luchas,
proyectos y triunfos, que me llevaron a conocer más de aquellos hombres,
mujeres y niños quienes apostando a la vida me muestran que el ser humano puede
permanecer inalterable en sus fuentes de valores, en el transcurso de los
tiempos. Villa Udine, Colonia Caseros, en Entre Ríos, fundada en honor a su
tierra natal, con su Parroquia y colegio religioso, en agradecimiento desde su
fe devota, así lo atestiguan.
Mientras revivía sus
palabras, descubrí un suave y exquisito perfume que subió desde esas páginas
apergaminadas. Se ha conservado aquella colonia que usaba el anciano. Me
emocioné. Es como si él estuviera aquí. No lo conocí, pero lo presiento. Me
encantó esta aparición a través de la fragancia impregnada en sus letras.
Y al ir avanzando en mi
reescritura pude ver, sin resignarme, un hoy mezclado con aquel pasado de
sufrida corrupción, con ese esfuerzo por el progreso frustrado por la
injusticia. Se adivina la codicia política que pareciera inherente al hombre de
ayer, allá, y al de hoy y aquí. Hay tantos inocentes que la padecen como don
Nicolás la conoció en sus años de cárcel friulana, mientras calumniadores y
viles siguen acariciando la bolsa de sus negros poderes.
Me he conmovido con el
relato de sus pérdidas afectivas, confiscaciones materiales por el reinado de
turno, desesperantes incendios, el denuedo por el entendimiento idiomático entre
criollos y migrantes, y aún entre paisanos de distintos dialectos.
Sonreí con picarescas y
curiosas descripciones, en la cacería de pajaritos y liebres, el inquilino
francés, el cruce alpino desde Austria hasta Cividale, de los toneles de vino a
lomo humano. La cría de gusanos de seda, y el robo de castañas, que dan al
lector una idea exacta de la vida en la campiña italiana. El asombro del
inmigrante por el empeño agrícola en estos campos de aquella época, en donde
todo se hacía “a la intemperie”, como nos cuenta don Nicolás.
Todo es dignidad y
fascinación.
No es necesario el bronce,
para mantener brillante la memoria.
Con agradecimiento, su bisnieta
Norma Dus Mugherli
Y ahora la contratapa para que lean la opinión de Lilián Costamagna:
En esta obra
entrañable, Norma Dus nos habla de los
inmigrantes italianos, específicamente de los provenientes del Friuli – Veneto,
quienes llegaron a nuestra América y se instalaron, en este caso, en la
Provincia de Entre Ríos.
La autora nos
lleva de la mano para compartir las peripecias de sus antepasados, a través de
la lectura de un diario personal que rescata las historias y el sentir de esos
tesoneros. Ellos guardaban en la retina y en la piel el pasado familiar y
ansiaban un horizonte promisorio en una geografía desconocida.
La búsqueda y la
concreción de los sueños se cuentan entre
1863 y 1946.
Con el lenguaje
propio de una narración, titubeante mezcla del italiano, del dialecto friulano,
un poco de esloveno y el castellano recién aprendido, se relatan anécdotas no
siempre benévolas. Podemos sentir con el protagonista los avatares del engaño,
la enfermedad, la muerte, la envidia, la locura, las pérdidas materiales, la
permanencia en la cárcel, la soledad, las injusticias, la justicia divina, y hasta
la corrupción vivida en Italia como en la Argentina.
El libro es un
tributo a los ancestros. Y aunque sin decirlo, es posible develar algunos
rasgos que se perciben en los herederos. Hasta parece que los lectores vemos
las manos curtidas que, como gaviotas blancas, esparcen las semillas en los
surcos de la tierra recién arada. Así, las mieses serán la base para el arraigo
tan preciado, para cimentar el amor, olvidar los infortunios y constituir la
unión familiar.
Los invito a
leer estas historias, donde la rudeza y las manos ásperas endurecidas a fuerza
de trabajo, son capaces, sin embargo, de transmitir toda la ternura y el tesón
que supimos heredar.
LILIÁN COSTAMAGNA
Escritora