El primer día se efectuaron actividades con las escuelas, y el segundo la Lic. María Eugenia Menendez habló sobre Literatura, su compromiso con la realidad, valor planteado estéticamente. Dejando como interrogante: ¿Qué es lo estético?
Luego tuve la invitación a dar a conocer algo de mi obra, compartiendo con los presentes la lectura de algunos poemas del libro "Bodega de sueños", y un cuento del libro "Cuando nos quedamos solos".
NIÑO DE NADIE
Deshabitado de sueños
las caricias lo miran
desde afuera.
Desnutrido de amor
el abismo es su
territorio
de calles que le
agrietan los pasos
y en su alma
la soledad vegeta
inerte.
No tiene dudas
no tiene aciertos
vacío denso
de años sin espera.
Del libro inédito:
EL RAYO
Cerró el encuentro el Lic. Pablo Scoponi hablando sobre los diferentes usos y costumbre del idioma español.
LA MUSULMANA
Las
versiones eran que la noche anterior había engañado a su marido, y que había
sido descubierta. Querían golpearla, apedrearla, vengar la ofensa sufrida por
el campesino.
−¡Deberás pagar por ello! ─le
vociferaban los déspotas lapidarios. La cara de la perseguida se iba crispando
de terror, pero sus fuerzas no se quebraban.
Tras los
enfurecidos hombres que pretendían atrapar a aquella impía, se unieron algunas
mujeres. Ellas también estaban ofendidas en su género y deseaban salvar el
honor de su raza. Parecían arpías sobre una presa.
De repente,
sobre el borde de un muro, apareció un individuo desesperado. Hacía señas que
no eran atendidas. Gritaba cosas no escuchadas.
Para mí, que seguía
los acontecimientos desde el amanecer, era imposible detener ese maremándum
enloquecido. Desde mi escondite, elucubraba el final del episodio: ¿realmente
ajusticiarían a la infeliz? Recordé de inmediato todo aquello leído previo a
este viaje.
Llegaron a
la pecadora. Propinándole azotes y con insultos, lograron que se rindiera ante
ellos.
Con voz
entrecortada, la mujer balbuceaba algo, pero tampoco era oída, hasta que su
llanto se ahogó en un vómito amargo. Terminó tendida y su cuerpo desangrándose.
Todos
volvieron a sus casas, satisfechos.
Solo quedó a
su lado ese hombre que desde el muro había pretendido parar la turba. Con
timidez y con desconfianza, me acerqué sin decir palabra. Supe que era el
esposo, quien lloraba la injusticia. Los verdugos no se enteraron de que la
habían confundido con la hermana gemela, sino hasta después de su funeral.
Aquella vivía en la misma casa que la lapidada.
Del libro inédito: "El camino de Libra"
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