MI HIJO
Yo estaba allí. Escuchaba que a menudo lloraba. Pienso que
se creía sola, que tenía miedo.
A su alrededor, siempre había otras personas; entonces permanecía
callada.
Ella dormía con un hombre.
Ella desconocía que yo existía. Una tarde, expresó que se
sentía descompuesta. Las otras mujeres le dijeron: “Seguro que estás
embarazada”. Fue a un doctor, y se lo confirmó. No logré enterarme si se había
puesto contenta o nerviosa. Me parecía asustada porque temblaba.
Y yo seguía allí, con seguridad, con sensación de cobijo.
Llegó el día en que tuve que atravesar un túnel estrecho y
algo dificultoso. Me era ajustado, y de repente, todo cambió: me hallé en un
lugar tan blanco como frío. Alguien exclamó: “Bienvenido al mundo”. Luego oí que
le informaron: “Señora hay una pequeña complicación: Síndrome de Down”. Un
llanto muy fuerte me hizo doler los oídos. Yo también berreaba pero al instante
me percaté del cuerpo tibio donde me apoyaron. La
voz que me habló era la
que lloraba y que yo conocía.
Ella me abrazó y noté
su cara mojada. Juntos nos tranquilizamos. Nuestra respiración se fue
sosegando.
Ella siguió triste por un tiempo.
Yo no lograba armar palabras, pero una mañana descubrí que
podía copiar algunos sonidos que me eran dulces. Comentaban que eso era cantar.
Con el tiempo, entoné melodías que inventaba. “Es un milagro de Dios”, le señalaron.
Yo buscaba su mirada para empezar con mis notas. Ella comenzó a sonreír.
Ella me repetía con insistencia una palabra que yo no
lograba articular. Decir “mamá” era muy difícil. Mis oídos la distinguían, pero
mi lengua balbuceaba un leve sonido. Pero ella prolongó su risa cada vez con mayor
intensidad.
Cuando exclamó “¡Mi hijo!”, en mí, brotó una nueva armonía
para ella. Y mi mamá comprendió, definitivamente, el amor que le tengo. Siempre
entonaré una música tierna para ella, al escuchar: “Mi hijo”.
o.i.R.P.I.753086/11
FANTASÍA
En aromas de tus
orillas
con recónditas
raíces
hay lunas
menguadas.
Espero
que el augurio de
tu regreso
traiga la savia de
mis venas.
Mientras
vivo en la luz que
suaviza
la piel partida de
la noche.
Del libro inédito: EL RAYO
No hay comentarios:
Publicar un comentario