Desde la Ostería de Migai
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LOS
GUSANOS DE SEDA
Mi madre se
encontraba en la ciudad cerca, haciendo algunas
compras de provisiones. Mi hermana mayor, Rosa, estaba
enferma en cama,
sin poder moverse por reumatismo, Julia y
Luisa habían
quedado en la casa, mientras mi hermano Ángel
y yo habíamos ido
hasta el viñedo mencionado antes, el de
los “bosqueros”,
a buscar provisiones de hojas de moras para
pastar a los
gusanos de seda o sea: “Foraggio di gelso per dare
di mangiare ai filugelli”.
El tiempo estaba
algo nublado y entre el sol, las nubes, empezaron
a caer algunas
gotas de agua. Mi hermano y yo para
que no se mojaran
las hojas, corrimos con nuestros atados,
bajo el galpón
antes mencionado, que estaba a la orilla del
camino y enfrente
mismo de nuestro viñedo. Allí entramos sin
dejar mojar las
hojas. Sabíamos muy bien que teníamos que
tener mucho
cuidado con las hojas de las moras porque los
gusanos de seda
son muy delicados. Hay que darles a sus horas
fijas de comer y
las hojas bien frescas, pero no húmedas, de
manera que allí
nos encontrábamos, contentísimos, siempre
jadeantes. De
repente, en el acto, se apoderó de mí una tristeza
incomprensible.
Quedé mudo, sin poder hablar, y mi hermano
veía que le
pasaba lo mismo. No pudimos explicarnos qué
se había
apoderado de nosotros. Pasó la nube y solo con un
pequeño ademán
nos comprendimos, cargamos cada uno con
nuestro atado y
seguimos para llegar cuanto antes a casa.
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E VIVA L´AMÉRICA
En los domingos, una mujer, en la Piazza del Duomo
de Cividale, entonaba el canto: “E viva l´América” y de allí
seguía una estrofa que entusiasmaba a los oyentes y además
vendía por 5 céntimos un papelito, el que contenía enormes
alabanzas de esta América. Yo escuché bien la estrofa, más gasté
los 5 céntimos para comprar el papelito. Al ir a casa todo
contento, le dije a mis padres: “Yo voy a América, allí ganaré
mucho dinero y mandaré para reconstruir la casa”. Pero mi padre
no podía acordarme el permiso porque era demasiado joven.
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BUENOS AIRES – CÓRDOBA –
ENTRE RÍOS
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Mientras nos bajábamos en Buenos Aires, nos llevaron a
Migración, un gran corralón y varios galpones, y para dormir
había unos tablados medios inclinados. Esos serían nuestras
camas, todos entreverados, hombres, mujeres, niños y niñas,
todo un entrevero como porotos, y dotados de una buena dosis
de bichitos. Cada uno que consideraba, podía servirse de
elásticos.
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Diferentes entrevistas por el
interés en el libro y sobre la migración italiana en Entre Rios.
4 comentarios:
Inmensamente feliz y emocionada al ver la respuesta de toda Villa Udine, estación Caseros, en la presentación del libro!!!Fue un maravilloso momento, donde no dudo que el espíritu de don Nicolás Mugherli y doña Margarita Thea, estuvieron presentes!!!!!!
Muchas gracias Mariela, y estoy totalmente de acuerdo con tu comentario. Para mí fue muy emocionante.
Mis felicitaciones, Norma, por las repercusiones que el libro ha suscitado. Sobre todo, del pueblo de Caseros.
Muchas gracias, Lilián. Ha sido muy satisfactorio todo. Ese pueblo es muy querible!!!
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